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Las Obras Misionales Pontificias (omp) son una institución de la Iglesia Universal y de cada iglesia en particular, encargada de infundir en los Católicos, desde la infancia, el sentido verdaderamente universal y misionero, y de recoger eficazmente los subsidios para bien de todas las misiones, según las necesidades de cada una. Son el instrumento oficial y principal de todas las iglesias para la cooperación misionera.

Las Obras Misionales Pontificias (OMP) son el principal instrumento de la Iglesia Católica para atender las grandes necesidades con las que se encuentran los misioneros en su labor de evangelización por todo el mundo.

“entre todas las obras de asistencia intereclesial, las OMP deben ocupar siempre el primer puesto por dos razones: en primer lugar, porque se dirigen a todos los bautizados, a todas las comunidades cristianas y se preocupan de las necesidades de todas las iglesias de misión: son el seno de la iglesia, la expresión del sentido Católico y de la comunión universal; en segundo lugar, porque las OMP tienen la finalidad de cooperar al anuncio del mensaje evangélico, que es el deber prioritario de la iglesia” (Est. OMP Cap I n° 8b)

La gracia de la renovación misionera ha ayudado siempre a la Iglesia a extender los espacios de la fe y de la caridad hasta los últimos confines de la tierra. En el contexto rico de piedad del siglo XIX, la senda del anuncio encontró un nuevo impulso gracias a algunas personas que, urgidas por el amor de Cristo por la humanidad17 y sostenidas por una fuerte espiritualidad de oración asidua, pudieron vivir la propia dedicación a la misión como un don de Dios a la Iglesia.

Es importante recordar sus nombres: Pauline Marie Jaricot (1799-1862), que está en el origen de la Obra de la Propagación de la Fe; Charles Auguste Marie de Forbin-Janson (1785-1844), obispo de Nancy, fundador de la Obra de la Santa Infancia; Jeanne Bigard (1859-1934), que, junto con la madre Stephanie, dio vida a la Obra de San Pedro Apóstol; el Beato Padre Paolo Manna (1872-1952), misionero, fundador y animador de la Unión Misionera del Clero.

El origen carismático de las Obras Misionales Pontificias aparece con claridad desde los inicios, en la inspiración de sus fundadores y en la visión de fe de sus primeros colaboradores. Su presidente declaraba a los responsables de los diversos grupos misioneros reunidos en Lyon el 3 de mayo de 1822: «Somos católicos y debemos fundar una obra católica, es decir, universal. No debemos ayudar a esta o aquella misión, sino a todas las misiones del mundo»18.

La historia de cada una de las Obras Misionales Pontificias ha confirmado sucesivamente su origen carismático. Nacidas espontáneamente en el Pueblo de Dios como iniciativas apostólicas privadas de laicos, han sabido transformar la adhesión a Cristo de los fieles en viva corresponsabilidad misionera. Surgidas (y aceptadas) en las diversas Iglesias, las Obras Misionales Pontificias han ido adquiriendo carácter supra- nacional y finalmente han sido reconocidas como Pontificias y puestas en relación directa con la Santa Sede.