
La Pontificia Unión Misional fue fundada en Milán, Italia por el padre Pablo Manna en 1916.
El Padre Manna, tras una dura labor apostólica en Birmania, se vio obligado, por grave enfermedad a una prolongada inacción pastoral.
Dedicó en su lecho de dolor, a la oración, al estudio del problema de la evangelización de los pueblos aún no cristianos.
Al tercer año de haber sido fundada, recibió el reconocimiento del magisterio del Papa Benedicto XV (Maxinum Illiud): “Es nuestro deseo que se instituya en todas las diócesis de orbe Católico la pía asociación de la Unión Misional del Clero, como se llamó en sus inicios”.
Finalidad de la Obra
Esta Obra, de la que suele decirse que es “el alma de las Obras Misionales Pontificias”, no cuenta con una Jornada propia, precisamente porque su objetivo es ofrecer fundamento espiritual y formativo a las otras tres Obras.
Despertar el celo apostólico entre sus miembros y, a través de ellos, en todo el pueblo cristiano.
Cooperar en el incremento de las vocaciones misioneras y en una mejor distribución del clero, dando valor efectivo a la cooperación entre las Iglesias.
Trabajar para que el pueblo de Dios tome mayor conciencia del compromiso misionero, y es energía espiritual encaminada a la conversión del mundo.